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Cinco colibríes y un vestido de novia simbólico

  • Foto del escritor: Alejandra Lopez
    Alejandra Lopez
  • 17 jul
  • 3 Min. de lectura

El amor no muere. Simplemente encuentra nuevas formas de quedarse.


Un vestido de novia de encaje cuelga elegantemente de una percha de madera sobre un fondo de madera decorativo, enmarcado por cerámica borrosa en primer plano.
Photo by Adventure Studio. Lace wedding dress.

Tres días antes de mi boda, mi vestido todavía no estaba terminado.


No por retrasos. No porque no encontrara el vestido correcto. Sino porque la parte más significativa —la historia— aún no estaba bordada.


Y esa historia comienza con un colibrí.


Mi abuelito solía decirme que los colibríes son las almas de aquellos que hemos perdido: y que vienen a visitarnos cuando más los necesitamos.


De alguna manera, siempre lo creí.


Porque, casualidad o no, los colibríes siempre parecen encontrarme. En momentos de profunda tristeza. En momentos de celebración. En lugares donde no deberían estar, como en una calle concurrida de Nueva York.


He perdido a cinco personas que dejaron huella en mi vida: mis abuelitos, mi hermana gemela, mi bisabuela y mi tío. Y la idea de caminar hacia el altar —hacia mi futuro— sin ellos a mi lado era insoportable.


Así que tomé una decisión: los llevaría conmigo, bordados en mi vestido de novia.


Un año antes de la boda, mi esposo me sorprendió con un viaje a Oaxaca para mi cumpleaños, sin saber que coincidía con la Guelaguetza, una de las celebraciones más hermosas de México.


Mientras caminábamos por un mercado artesanal, me llamó la atención una chamarra de mezclilla. Estaba tejida a mano y bordada con delicados colibríes.


Una mujer con una chaqueta vaquera bordada de colores se sienta junto a una ventana, con aspecto relajado. Lleva estampados florales y de pájaros en la espalda.
Hand-embroidered denim jacket with colorful hummingbirds and flowers.

Me quedé sorprendida.


En ese momento dije: ¡Quiero trabajar con ella!


La artesana detrás del bordado, humilde, meticulosa y llena de alma, se convertiría más tarde en la artista que dio vida a mi visión.


Acababa de diseñar el vestido de investidura de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Sí. Ese nivel de talento.


Y aún así… encontró tiempo para mí.


Trabajamos a través de las fronteras: yo en Nueva York, ella en Oaxaca. Coordinamos colores, posiciones y significados. Le pedí que bordara cinco colibríes en la parte baja de la espalda de mi vestido, ya que es la parte del cuerpo que te sostiene.


Porque para mí, mis seres queridos eran mi apoyo y mi soporte.


Elegimos el hilo azul por lo que simboliza: la pureza, la paz, la protección y la sanación. También pedí dos milagros: uno para proteger nuestra energía y otro para bendecir nuestro nuevo comienzo.


Luego vino la verdadera prueba de confianza:


Tres días antes de la boda… mi vestido de novia todavía no tenía los colibríes.


No fue lo ideal. No estaba planeado. Pero era la única manera.


Enviar el vestido internacionalmente desde Nueva York era demasiado arriesgado: retrasos, aduanas, daños o incluso perderlo. Así que decidimos bordarlo en persona, en Oaxaca, pocos días antes de la boda, en la casa de la artesana.


Tenía que confiar en ella. En mi historia. En mi vestido. En mi corazonada.


Y lo hice. Completamente.


Mi esposo, bendito sea, se convirtió en mi cómplice ese día: el miraba la tele mientras la artesana y yo construíamos una cortina con telas y muebles para bloquear su vista del vestido desde el otro lado de la casa, ya que era de un piso. Y fue el más paciente del universo.


Fue caótico. Fue imperfecto. Pero fue hermoso.


La artesana me recibió como familia. Y juntas, convertimos los hilos en un bello recuerdo. En un legado.


Bordó cada colibrí con esmero. Cinco almas, ahora tejidas en la tela que me llevaría a un nuevo capítulo de mi vida. Cada puntada, un respiro. Cada detalle, una bendición.


Cuando terminamos, sentí la esencia de mis ángelitos.


Los que siempre me han sostenido. Ahora cosidos en mi cintura.


Vestido de encaje blanco con bordado floral azul y escote en V, sobre un fondo neutro. El vestido presenta un delicado estampado.
Photo by Adventure Studio. Five blue hummingbirds, embroidered by hand.

En el altar sentí pura alegría y magia pura.


Cuando mi esposo vio a los colibríes por primera vez, sonrió y susurró: "¡Lo lograste!"


En ese momento ambos supimos que había valido la pena todo.


También llevé en mi ramo fotos de mi hermana y mi abuelito, y coloqué una rosa azul por cada alma que me cuida desde el cielo.



Porque el amor no muere. Simplemente encuentra nuevas formas de quedarse.


El vestido puede desteñirse.


Las fotografías pueden salir borrosas.


¿Pero el legado?


¡Eso es para siempre!


¿Qué historia contaría tu vestido de novia?


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Ciudad de Nueva York, Estados Unidos.

Querétaro, México

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